En pleno S. XXI aún resulta tabú hablar de sexualidad. Resulta tabú hablar de ello en el contexto educativo, entre amigos y más aún hablar de sexualidad en la vejez.
Hace poco leía fascinada como alguna madre se quejaba (por la web) porque en los institutos los chavales estaban recibiendo formación en educación sexual. Como si por el mero hecho de hablar de ello fuera a impulsar a sus hijas menores a follar como posesas. Es un gran error creer que es mejor no hablar de estos asuntos para intentar retrasar este momento, que se va a producir más temprano que tarde, probablemente. Por ello, mejor que lo hagan con conocimientos sobre su cuerpo, sus emociones, sus riesgos y sus derechos.
Pero bueno, hoy no voy a hablar de chavalería, hoy le toca el turno a los mayores. Ellos tampoco pueden hablar de sexualidad, y además existen multitud de mitos y creencias erróneas en torno a la sexualidad en la vejez. Ahí van algunos ejemplos:
Los ancianos no tienen intereses sexuales
No es normal tener interés por el sexo a estas edades
La actividad sexual se debilita
Sólo lo joven es atractivo
La actividad sexual es mala para la salud sobre todo en la vejez, puede dar ataques al corazón
Los viejos que se interesan por la sexualidad son “viejos verdes”
La mujer madura no siente nada y el hombre es incapaz de tener una erección
Las mujeres mayores que se interesan por el sexo es que en su juventud fueron muy “ligeras de cascos”
La satisfacción sexual femenina decrece o incluso desaparece después de la menopausia
La masturbación es una conducta sexual que desaparece en los mayores, y sólo está presente en caso de trastornos importantes
Es indecente que los mayores tengan interés por el sexo y debe intervenirse ante ello
Los hombres tienen más interés por el sexo que las mujeres de su misma edad
Espero que todo esto os parezca un poco loco, pero por si quedara alguna duda, vamos a hablar de ello.
En primer lugar debemos definir qué es salud sexual, cómo es el ciclo sexual y cómo éste cambia en la tercera edad, cómo afectan algunas enfermedades a la sexualidad de nuestros mayores y sobre todo y más importante, cómo afectan cuestiones psicológicas, culturales y sociales a la vivencia de la sexualidad en la tercera edad.
¿Qué es la salud sexual?
La Organización Mundial de la Salud, define la salud sexual como “La integración de los elementos somáticos, emocionales y sociales del ser sexual, por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor”.
¡Anda caray! ¡Que aquí no dice nada del coito! Aquí se habla de otras cosas necesarias para el ser sexual; la necesidad de seguridad emocional y autoestima, es decir el saberse aceptado y protegido incondicionalmente; la necesidad de contacto corporal (tocar y ser tocado, acariciar y ser acariciado, abrazar y ser abrazado), la necesidad de intimidad emocional (necesidad de expresar, compartir y entender las emociones)…
Y es que para poder romper las falsas creencias de la sexualidad en la vejez, tenemos primero que acabar con las creencias de la sexualidad en general, creencias tales como que la sexualidad se reduce a la realización de la actividad coital, que la única función de la sexualidad es la reproducción, creencias sobre la «normalidad» de la sexualidad; heterosexual, en el marco del matrimonio, realizado para el disfrute del hombre, etcétera…
¿Cómo es el ciclo sexual?
Los famosos Masters y Johnson (y digo famosos porque lo son en su ámbito para aquellas personas que se han acercado al estudio de la sexualidad, pero también lo son por la serie «Masters of Sex», que versa sobre sus estudios, la cual recomiendo, porque me gustó un montón), dividieron el ciclo sexual en cuatro fases: Excitación, Fase de Meseta, Fase de Orgasmo y Fase de Resolución. Esta división, resulta del estudio de las variaciones fisiológicas durante la respuesta sexual. Autores posteriores (Kaplan, Schnarch) incluyeron la fase de deseo, previa a la respuesta sexual.
Cómo no pretende ser esto un tratado de sexualidad lo intentaré explicar de forma sucinta y que sea fácilmente comprensible.
La fase de deseo es difícil de conceptualizar y suelen contemplarse tres componentes: la excitabilidad neurofisiológica o impulso sexual, la motivación psicológica que está condicionada por los sentimientos internos de afecto y de amor, así como por los estímulos externos, tales como los atributos físicos del individuo, su forma de comunicarse, los olores, el lenguaje corporal, etc. y un tercer factor que es el componente cultural. Así pues, el deseo sexual sería la energía psicobiológica producto de las capacidad mental de integrar estos tres elementos, que precede, acompaña y tiende a producir comportamiento sexual (Levine, 2003).
La primera fase del ciclo sexual humano, la fase de excitación, se produce como consecuencia de relacionarse con estímulos sexuales, y de tener una estimulación sexual, que puede ser física o psíquica. En el cuerpo ocurren cambios fisiológicos que consisten básicamente en una vasocongestión en el área genital (acumulo de sangre). Digamos que son los juegos usados para estimular, pero esta estimulación no ha de ser de cualquier manera, ha de ser en el lugar adecuado, de la forma adecuada (depende de cada persona), durante el tiempo necesario (también varía en cada persona) y teniendo en cuenta los diversos componentes psicológicos ya que influyen en cómo la persona se relacionará con su sexualidad.
En esta fase de excitación la mujer produce la lubricación vaginal, la vasocongestión produce la erección de los pezones y aumento del pecho y de los labios vaginales así como del clítoris. En el hombre produce la erección del pene, aumento del glande y rubor sexual en ambos sexos.
La fase de meseta, supone una prolongación de la fase anterior y las respuestas fisiológicas producidas se intensifican, manteniendo o incrementando los niveles de excitación sexual, predisponiendo al individuo al orgasmo.
La mujer tiene una serie de reacciones fisiológicas que facilitan el orgasmo (anda el orgasmo en la mujer!! Qué poco se ha hablado de esto en la historia de la sexualidad!!!), así el clítoris aumenta al máximo su tamaño, los músculos vaginales se dilatan, produciendo la plataforma orgásmica y los labios vaginales cambian de color. En los hombres también encontramos un aumento del diámetro del glande, y continúa el aumento y elevación de los testículos. Además sale del pene el líquido preseminal, que proviene de las glándulas de Cowper, y que conlleva espermatozoides (ojito con esto y con la marcha atrás, amiguis)
Después alcanzamos la fase de orgasmo, ese tan buscado y deseado, donde la tensión sexual se libera y que se traduce en un estado de intenso de placer. Aunque físicamente sea parecido, psíquica y emocionalmente es diferente para cada persona, ya sabemos que cada orgasmo es diferente, y no sólo para cada persona, sino también cada momento hace diferente un orgasmo de otro, así hay cambios en la expresión facial, pueden ocurrir vocalizaciones: jadeos, gemidos, risas, llanto, maldiciones, etc.
Por último, en la fase de resolución se recupera un estado de normalidad o reposo.
Con esta información, debemos preguntarnos ¿Existen cambios en estos procesos a lo largo de la vejez?
Los cambios fisiológicos en la vejez
Los cambios que suceden en la mujer conllevan la desaparición de la capacidad reproductiva, disminución de la cantidad de estrógenos y progesterona tras la menopausia, así como cambios en la figura corporal y en la distribución de la grasa. Estos cambios conllevan que se tarde más en conseguir la lubricación (de unos 10 a 15 minutos más, pero ésta no desaparece, como dicen las malas lenguas), por lo que se tarda más en la fase de excitación, durante la fase de orgasmo el número de contracciones vaginales disminuye, pero de nuevo no nos dejamos llevar por las falsas creencias, porque el orgasmo es posible igualmente, por último se produce una disminución del tamaño del útero y la vagina.
En el hombre los cambios fisiológicos pasan por una disminución en el nivel de la testosterona, reducción en la producción de espermatozoides, los testículos se hacen más pequeños y flácidos, reducción de la viscosidad y producción de liquido seminal, aumento de la próstata y disminución de la fuerza eyaculatoria. Esto se traduce en un aumento del control eyaculatorio, aunque las contracciones eyaculatorias son más lentas y menos vigorosas.
La recuperación del reposo en ambos sexos es más rápida y el periodo refractario en el hombre es más largo (tardan más en conseguir una nueva respuesta sexual).
Por lo que vemos, estas diferencias entre la edad adulta y la vejez no son tan importantes como nos hacían creer, así que, ¿qué otros factores influyen en la sexualidad de las personas mayores?
Condiciones médicas
Algunas condiciones médicas que pueden darse a estas edades, podrían incidir y modular la respuesta sexual, por ejemplo la diabetes, las enfermedades vasculares, cardiopatías, la cirugía pélvica o de próstata, las lesiones medulares, problemas reumatológicos, el consumo de medicamentos y el consumo de alcohol. Ahora bien, que incide o module la respuesta sexual no significa que la persona aquejada de enfermedad no pueda disfrutar de su sexualidad, puede y de hecho, la mayoría lo hace.
Factores Psicosociales y Educacionales
Además de los motivos expuestos, la sexualidad puede verse disminuida durante la vejez debido a una serie de factores psicosociales y educacionales, entre los que destacan:
Desconocimiento y desinformación que existe sobre el envejecimiento en general y la sexualidad en particular.
Como os comentaba al inicio del post, se hace necesario que la educación sexual se normalice en los colegios y desde la más tierna infancia los niños puedan identificar sus emociones y su propio cuerpo, los adolescentes conozcan métodos anticonceptivos, se rompan mitos y tabúes, se hable con normalidad de la sexualidad, de aceptación y de respeto y este conocimiento se traslade a edades adultas y a mayores.
Modelo dominante en la sociedad de sexualidad y belleza.
La belleza como sinónimo de juventud, de cuerpo escultural y atlético, provoca en los ancianos un doble miedo, miedo a envejecer, y a no ser atractivo. Las consecuencias de este modelo patriarcal son destructoras: crean angustia a los jóvenes que se alejan de él, a los adultos a medida que aparecen los signos del envejecimiento y hacen que los viejos sean considerados feos/as y se alejen como posibles personas atractivas y con capacidad para la seducción.
Falta de pareja sexual.
La falta de relaciones sexuales en los ancianos, se debe más a una falta de oportunidad, que de deseo. En edades avanzadas es una circunstancia habitual la ausencia de un compañero sexual, bien por fallecimiento, bien por enfermedad crónica grave, o por soltería. Los dos primeros motivos de soledad hacen que la actividad sexual se paralice o en muchas ocasiones, llegue a su fin
Actitud resistente de los hijos.
¡Ay, los hijos! ¿Porqué no nos meteremos en nuestros asuntos los hijos de padres mayores?? Muchos de los hijos cuyos padres son ancianos han sido educados en los mismos valores que sus padres. Por ese motivo, sus actitudes y creencias son similares, suelen rechazar la idea de un viejo activo sexualmente, y más si son sus padres los implicados en el acto o peor aún, si es una de sus progenitores con una nueva pareja.
Actitud resistente de los profesionales e instituciones.
En muchas ocasiones los prejuicios sociales son también compartidos por los profesionales sanitarios, siendo en esta ocasión especialmente dañinos para la correcta salud sexual del anciano. Podría dar para otro post el tema de las residencias y la sexualidad, pero en resumidas cuentas diré que no es habitual ver residencias de ancianos con camas matrimoniales.
Factores psíquicos
Se trataría de factores intrínsecos a cada persona mayor, como resultado de su proceso vital. Entre ellos destaca:
Con todo esto sólo cabe comentar algunas realidades:
Sin embargo las diferencias de género son muy amplias en estas generaciones y siguen teniendo un peso significativo los factores sociales. Éstos aspectos culturales es en lo que más hace falta incidir e informar, tanto a la población adulta, población envejecida, como a los profesionales implicados en sus cuidados.