La dependencia emocional consiste en la necesidad extrema de orden afectiva que una persona siente hacia otra, su pareja, a lo largo de sus diferentes relaciones de pareja (Castello, 2000, 2005).
Este mismo autor nos explica que cuando las personas sienten sus necesidades emocionales insatisfechas éstas se intentan cubrir desadaptativamente con otras personas.
Así pues, la dependencia emocional es egocéntrica y egoísta, trata de satisfacer las propias necesidades de la persona que busca la atención y aprobación de la persona amada para sustentar su propia autoestima, sus emociones y su vida.
Desde la Teoría del Apego de Bowlby (1958), se explica cómo el autoritarismo paterno se vincula a un niño muy dependiente de su figura paternal, teniendo una ansiedad y miedo constante de separación. Si en las relaciones paterno-filial no dan oportunidad de ofrecer al niño comportamientos independientes y autónomos, sobreprotegiendo y evitando todo acto de construcción de su ser, por sí mismo (en especial en la adolescencia), la persona tiene una alta probabilidad de generar una dependencia emocional hacia los demás. Las características del niño con apego inseguro son parecidas a las del adulto dependiente emocional: búsqueda de proximidad y desasosiego a perderla.
Las personas con dependencia emocional son aquellas que tienden a complacer a los demás, su objetivo es evitar el rechazo y ser protegidas. Por ello pueden asumir el rol del salvador, estar totalmente a disposición de su pareja o de otra persona con autoridad, pero a su vez suelen demandar la atención que tanto anhelan, por lo que pueden verse en ocasiones como personas egoístas, posesivas, autoritarias, con déficit en habilidades sociales y una exclusividad asignada. La persona dependiente tiende a idealizar a su pareja y suele asumir una posición de sumisión frente a ésta, por lo que no es infrecuente que refieran experiencias de maltrato físico o psicológico. A pesar de reconocer dicho maltrato no tienen la capacidad para dejar de estar ‘enganchada’ a su pareja. Pide perdón incluso por cosas que no han hecho, con el fin de mostrarse tierno y sumiso ante su pareja; para ganar su aprobación y amor.
Además presentan algunas distorsiones cognitivas, la más acuciadas y representativas de la dependencia emocional son la falacia de control; pretender controlar la pareja, sus emociones, pensamientos, controlar la emoción propia, el tipo de relación y al sesgo de deberías bajo el cual se mantienen reglas rígidas y exigentes sobre cómo tienen que ser las cosas, en este caso sobre el ideal del amor.
Estos aspectos determinan la relación con un dependiente emocional. El respeto a la individualidad del otro, se ve alterado y aparece una incapacidad de aceptar al otro tal y como es. El comportamiento suele ser caprichoso, las llamadas telefónicas y los mensajes continuos, el control excesivo y la preocupación y temor al abandono desproporcionado. Todos esto hace que el otro se vea saturado y en ocasiones culpable.
El trabajo en terapia consiste en trabajar emocionalmente sus inseguridades, los sesgos cognitivos antes mencionados, mejora de la autoestima, superar el miedo a la soledad y la necesidad de validación externa.
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Referencias
Bowlby, J. (1958). The nature of the child´s tie to his mother. Internacional Journal of Psychoanalysis, 39, 350-373.
Castelló, J. (2000). Análisis del concepto dependencia emocional. Recuperado el 25 de mayo de 2007, del sitio Web del Congreso Virtual de Psiquiatría, conferencia 6-Cl-A: 52 pantallas: http://www.psiquiatria.com/congreso/mesas/mesa6/conferencias/6_ci_a.htm. l
Lemos, M. & Londoño, N. H. (2007). Distorsiones cognitivas en personas con dependencia emocional. Informes Psicológicos, 9, 55-69.
Rodríguez de Median, I. La dependencia emocional en las relaciones interpersonales. ReiDoCrea. Revista electrónica de investigación Docencia Creativa, 2, 143-148
Schaeffer, B. (1998). ¿Es amor o es adicción? España: Apóstrofe.