En psicología encontramos diferentes formas de abordar y por tanto tratar, los trastornos mentales. Es lo que los psicólogos llamamos, corrientes o escuelas psicológicas. Cada corriente desarrolla su propio marco teórico, nomenclatura, modo de investigar, origen de los problemas y forma de trabajar, es decir, técnicas de intervención características. Así pues es fácil que si buscamos un psicólogo/a éste se defina como psicólogo cognitivo-conductual, psicólogo sistémico o terapeuta familiar, psicólogo contextual…
Quiero avisar al lector, que si hace una búsqueda en internet encontrará muchas más corrientes y escuelas de las que yo voy a explicar, y además lo voy a hacer de forma muy sencilla y práctica.
– Corriente Conductista o psicología conductual.
Se refiere a una aproximación que pone el foco de interés en el estudio del comportamiento, como resultado de su interacción con el entorno. Sus grandes representantes son autores como Watson, Thorndike y Skinner. Bajo esta perspectiva cobran especial interés conceptos como refuerzo (instrumental y operante), castigo, modelado, moldeamiento, extinción… Tras un estudio de las contingencias de una conducta (problema), estas técnicas se aplican para modificar esa conducta o bien para instaurar conductas que deseamos.
Todos recordaremos el programa de Supernanny, en el que establecía sistemas de fichas/puntos para reforzar, castigar o extinguir conductas en los niños, mediante premios o retiradas de actividades lúdicas.
– Corriente Cognitiva.
En esta corriente la atención se desplaza a nuestra mente, los procesos mentales y cognitivos. Como por ejemplo, nuestra capacidad de razonamiento, pensamiento, percepción, memoria, atención y concentración, planificación, resolución de problemas, aprendizaje, etc…
La psicología cognitiva surgió en un tiempo en pleno auge de los ordenadores en la ciencia y, probablemente, era natural que los psicólogos cognitivos establecieran un paralelismo entre los ordenadores y el cerebro humano. Sin embargo, esta forma de ver la mente tan compartimentada se fue haciendo cada vez más flexible pues la mente humana tiene una capacidad de abstracción propia que no poseen las computadores; la capacidad de pensar sobre uno mismo, la conciencia, las creencias o las expectativas son procesos mentales superiores que dieron cierta flexibilidad a los modelos iniciales.
El proceso terapéutico bajo esta corriente ha sido el más popular en las últimas décadas, cuyo objetivo es principalmente intentar que nuestros pensamientos sean más positivos o reducir las distorsiones cognitivas, que se producen cuando deformamos mentalmente la realidad. La terapia cognitiva-conductual es su máximo exponente. Además encontramos su aportación en multitud de ámbitos, por ejemplo en el ámbito educativo la psicología cognitiva tiene su gran aportación en la Teoría del aprendizaje social de Bandura, la inteligencia artificial, la teoría de la mente tan importante en la psicología del desarrollo y un largo etcétera que hace de la corriente cognitiva una de las más estudiadas, aplicadas y demandadas en la práctica clínica.
– Enfoque Contextual o de 3ª generación.
Si bien aparece en un tiempo más cercano, tiene su origen en el conductismo radical. El término radical aunque puede sonar mal hoy en día, no se refiere a extremo o fanático, sino que proviene de “raíz”, es decir el estudio conductual que va a la raíz de la conducta humana. El conductismo radical se diferencia del conductismo metodológico en que se tienen en cuenta los sentimientos, las emociones y el pensamiento. Skinner decía que el conocimiento es el resultado de la interacción de un organismo con el entorno, por ello el estudio del contexto de la persona es clave en el conocimiento de su conducta (problema). Esta perspectiva contextual es además funcional, también interesa conocer el cómo funcionan las conductas. Así pues, estas terapias y tratamientos han sido creados con la intención de realizar una modificación de la conducta de la persona pero desde un enfoque global y próximo a la persona más que al problema, teniendo en cuenta la experiencia del paciente de su problema y cómo el contexto social y cultural han producido que su conducta sea un problema.
De este enfoque surgen terapias que llamamos de 3ª generación o 3ª ola, siendo la 1ª ola las terapias conductistas y la 2ª ola las cognitivas. Estas terapias están actualmente muy en boga y algunas de ellas son la terapia ACT (Terapia de aceptación y compromiso), FAP (Psicoterapia analítica funcional), AC (activación conductual) o MBCT (Terapia Cognitiva basada en Mindfluness)
– Enfoque Sistémico (Terapia familiar).
Tiene su origen en la primera mitad del sXX, surge por la necesidad de dar una respuesta a problemas que no podían solucionarse de manera individual y como confluencia de varias vertientes. Dentro de ella encontramos varias escuelas: La Escuela de Palo Alto que configura el MRI (Mental Research Institute) de la que resulta la Terapia Breve centrada en soluciones. En 1967 crean el Brief Therapy Center (BTC) dentro del MRI y estos son sus representantes.
Otro gran representante de la Terapia Sistémica es Salvador Minuchin de la escuela estructural estratégica que entiende la familia como un sistema y por último, la Escuela de Milán con su importancia en la Terapia Narrativa que trata de ayudar a las personas de manera que vean una historia alternativa a sus problemas.
La terapia sistémica entiende los problemas desde marco contextual y se focaliza en comprender y cambiar las dinámicas de las relaciones (familiares, laborales, etc.). Los roles y los comportamientos de las personas en estos contextos se entiende que están determinados por las reglas implícitas de ese sistema y la interacción entre sus miembros, por ello resulta de vital importancia en esta orientación la comunicación entre las personas, siendo uno de los aspectos fundamentales en la evaluación de las relaciones. La labor del terapeuta es encontrar nuevas formas y recursos para poder lograr un contacto más satisfactorio.
– Terapia Breve Estratégica
Tres son las orientaciones principales que han contribuido al nacimiento del enfoque estratégico:
- El desarrollo de la perspectiva sistémica, en particular la escuela de Palo Alto, antes mencionada.
- El nacimiento de la epistemología constructivista
- El trabajo clínico de Milton H. Erickson.
Se propone un enfoque teórico que da resultados en cuanto a eficacia y eficiencia, es decir, resultados de cambio.
Desde esta perspectiva no se hace tanto hincapié en las preguntas sobre el por qué se genera un problema, que centran la investigación en el pasado, en la búsqueda de las causas. Se pueden encontrar infinitas respuestas a estas preguntas, pero a pesar de conocer todas las respuestas no nos ayudaran a encontrar soluciones.
En cambio, desde la TBE se busca conocer “cómo funciona” un problema ya que nos permite determinar los criterios que mantienen y empeoran la situación y con eso también encontrar posibles soluciones.